Las pruebas se realizaron con 17 jóvenes durante dos días, que jugaron entre 50 y 150 minutos antes de irse a la cama, y registraron una pérdida máxima de 27 minutos de sueño y un retraso a la hora de dormirse próximo a los 40 minutos. Además, el estudio también detectó que se produjo una reducción máxima de 12 minutos en la fase REM.
"Cuando se fueron a la cama en su horario habitual, experimentaron desórdenes en el sueño", aseguran los expertos tras este estudio. Eso sí; estos efectos negativos se notaron principalmente en los jugadores que dedicaron más de dos horas a los videojuegos, mientras que los que jugaron unos 50 minutos no vieron afectados sus hábitos de sueño.
No están claros los efectos producidos por videojuegos no violentos ya que el estudio no lo menciona en ningún momento.
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